sábado, 23 de agosto de 2008

Un asesino

Damas y caballero, es mi deber informarle que la siguiente historia está basada en un hecho real, los personajes existen en la realidad pero por razones de seguridad nacional estamos obligados a cambiar las identidades de los individuos que aparecen en ella, aunque la historia siempre quedará marcada en la cabeza de aquellos que la vivieron y que ahora sobreviven para contarla y; éstos supervivientes que ahora son conocidos como héroes; narran, en memoria de los que no han corrido tanta suerte, hoy y ahora para nosotros la aventura que cambió el rumbo de la historia para siempre con el fin de educarnos y enseñarnos una valiosa lección:

``Un feliz día de invierno, como de costumbre, iba yo paseando por el camino que siempre recorro para ir a la escuela oficial de idiomas, más mi fin no era diferente al que acabo de mencionar. El camino de ese día fue especial, aunque empezó bien; pero lo que hace especial el camino de este día no fue su comienzo, si no su mitad...; todo transcurrió como siempre hasta que crucé el paso de peatones que me lleva a la avenida Portugal, fue únicamente entonces cuando comenzó la acción. Al contrario que otras historias, en esta no nos interesa cómo crucé la carretera, lo que realmente interesa en esta historia es que una vez que crucé, porque crucé, me dio por girar la vista un segundo hacia mi izquierda, entonces yo no sospeché ninguno de los acontecimientos que tuvieron lugar en ese momento; al girar mi vista vi a un presunto asesino, más tenía razones para denominarlo así pues su mirada lo decía todo, era una mirada rebelde y penetrante cuán una espada recién salida de la escuela de armamento. La mirada me marcó por toda la vida porque parecía atracarme sólo con mirarme a los ojos pero a la vez me inspiraba una confianza como si me fuera familiar, parecía decirme: -Oye, tu, dame todo lo que tengas ahora mismo o te rajo, pero lo haré con delicadeza porque me caes bien. La mirada era cuasi exiguamente más imponente que el resto de miradas y ello hizo que sintiera un pequeño escalofrío que recorrió mi espalda entera y muy lentamente provocando una sensación desagradable para mí y haciéndome temblar, aunque no sé muy bien si por el escalofrío o por miedo (o a lo mejor se debía a que me estaba comiendo un chicle de menta súper fuerte con sensación ultra-cool a invierno recorre espaldinsquis); esa mirada era tan fría que impondría hasta al hombre más sensible del mundo sin ninguna dificultad haciéndole retroceder para asegurar su supervivencia y a la vez era tan ardiente que hacía que me quemaran los ojos. El caso es que en esa calle, justo en esos momentos no había nadie, por lo que no recibiría ayuda alguna en caso de un ataque, y así me encontraba yo solo ante el peligro, un niño inocente que sólo pretendía ir a la escuela de idiomas para aprender mucho ahora estaba temiendo por su vida. En esos momentos me sentí aturdido porque tenía miedo, miedo de que ese individuo me atracara o me agrediera física y químicamente, y no pude reaccionar. Temía lo que me pudiera hacer el asesino dueño de esa mirada, ya que si una mirada me ponía tan nervioso, su dueño tendría que ser una criatura mil veces más temible. Para mi suerte pude descansar un poquito de la situación ya que esa mirada se vio interrumpida durante una milésima de segundo debido a que un parpadeo mío la ocultó, pero ese parpadeo fue temporal y la mirada volvió, volvió y con más fuerza que antes, además al parpadear daba la sensación de que demostraba debilidad ante mi asesino y que no quería seguir mirándole, por lo que me pareció que ahora sus ojos estaban más rojos que antes lo cual hacía que tuvieran un aspecto de mayor ferocidad provocando más temor en mi y le diera más sensación de ferocidad que la que anteriormente me había parecido que tenía. Pensé en retirar la mirada de sus ojos y hacer como que no le he llegado a ver, pero era evidente que él si que me había visto a mí y ello habría provocado que mi asesino se hubiera cabreado y, en un acto de locura hubiera estallado y no tuviese escapatoria, si tal caso hubiera ocurrido sólo podía esperar a recibir las consecuencias que hubieran tenido lugar; podían ser desde una paliza a muerte hasta una muerte por paliza. Además esa mirada, pese a que era muy aterradora, me resultaba familiar y eso hacía que mi estrés aumentara y mi mente se llenara de pensamientos odiosos sobre que alguien a quien conocía bien quería hacerme algo malo, porque por mucho que lo intenté no vi ninguna buena intención en esa mirada. Fue entonces, justo cuando mi vida constaba de unos pocos segundos y de la voluntad de mi asesino, cuando se me ocurrió pararme a analizar mi situación y pensar una estrategia para salir ileso, o por lo menos de una pieza y media. Así que me puse a idearla, mi situación era sencilla, me estaban atracando con todas las de la ley; opciones de posibles reacciones que se pueden realizar en una situación como esa: 1- Esperar a que se acercara para pedirme el dinero, aunque no tenía en ese momento, e intentar explicarle que no tengo nada de dinero y ocultar discretamente todo lo de valor que llevaba encima, como mi che y mi Grundig, aunque un asesino tiene que estar muy desesperado para querer robarme mi Grundig. 2- Salir corriendo, aunque esta era un poco violenta ya que me había visto y, obviamente saldría detrás de mí en mi busca y, si me pillaba, tendría que enfrentarme a la primera situación con la diferencia de que en este caso el asesino estaría mucho más cabreado. 3- Buscar a alguien y confiar en que me ayudara; pero esta situación la descarté al no haber nadie mas que yo y mi presunto asesino en esa calle. Nadie sabe por qué reaccioné como reaccioné, pero así lo hice y ya no hay marcha atrás, pero la decisión que tomé no fue ninguna de las anteriormente mencionadas (ahora ya sé que cualquiera de las anteriores habría salvado mi pellejo) si no que fue una decisión no muy sensata; mi reacción fue rápida y con estilo, salió tan a la perfección que cualquiera hubiera pensado que lo había ensayado antes, pero allí no había nadie que pudiera verlo. La reacción mía fue dar un salto hacia atrás, no muy largo ni muy corto sólo lo suficiente para alejarme unos pasos del asesino, y pegar un grito bastante agudo que llamó la atención de las personas que se encontraban en calles cercanas a la que yo estaba; pero a pesar de la perfección de mi acto, había algo que me sorprendió y que cambió totalmente el sentido de la historia que ahora estoy narrando, el asesino reaccionó igual que yo, y lo hizo a la par que yo, sincronizados; pero, ¿cómo hemos podido coincidir con tanta perfección si yo ni siquiera había pensado en mi reacción? Al momento encontré la respuesta a mi pregunta; la respuesta estaba delante de mis narices (porque tengo varias narices, y varices, y raíces, y ...ces); fue entonces cuando descubrí que ese ``asesino´´ no era más que mi reflejo en un espejo, por lo que me había confundido con un asesino, y esa mirada tan estremecedora era la mía; el caso es que había hecho el ridículo delante de todas las personas que se encontraban en las calles vecinas y había pasado el peor segundo de mi vida por una tontería. Así que continué mi camino y no me detuve hasta que no llegué a mi destino. Afortunadamente la historia terminó bien...´´